El Mejor Regalo para tu Padre Celestial
La realidad del mundo es que en muchos hogares están siendo levantados niños sin padres por divorcio, abandono o por otras causas. Al quedar en casa la madre asume la responsabilidad total de los hijos y busca la manera de que sus hijos crezcan en bienestar.
La realidad del mundo es que en muchos hogares están siendo levantados niños sin padres por divorcio, abandono o por otras causas. Al quedar en casa la madre asume la responsabilidad total de los hijos y busca la manera de que sus hijos crezcan en bienestar.
Tal vez tú has sido una de esas personas que no contó con un padre en su crecimiento como me pasó a mí luego del divorcio de mis padres durante mi adolescencia. Al quedar con mamá, veía muy poco a mi padre. Mi Padre Celestial vino a ser el refugio en esos momentos de vacío.
Las carencias de un padre no las llena un esposo, un hijo o una madre, las llena Dios, quien es nuestro Padre celestial que no cambia, de quien procede todo buen regalo, quien cuida de las aves, cuida de los lirios del campo, quien hace crecer las plantas y te ha dado crecimiento a ti porque Él mismo te entretejió en el vientre de tu madre.
Dios nos dice que a todos los que creyeron en Jesús, su Hijo, les dio el poder para ser llamados hijos de Dios. Eres un hijo de Dios con una herencia de vida eterna si Jesús es tu Señor y Salvador.
El mejor regalo mejor para tu Padre Celestial es que le regales tu amor hoy, que le digas en oración que perdone tus pecados, ya sean grandes o pequeños y le pidas que Jesús venga a vivir en ti, dándote la esperanza de la vida eterna.
Si ya lo habías hecho antes, regálale tu obediencia a sus mandamientos, a amarle con todo tu corazón, tu alma, tus fuerzas, tu mente y además decidirte a amar a tu prójimo como a ti mismo. , Por Mery Bracho
Oración: Padre Celestial, te felicito por ser un gran padre, hoy quiero pedirte que me hagas uno de tus hijos, por favor, perdona mis pecados, me arrepiento de cada uno de ellos, creo en tu hijo Jesús, creo en el sacrificio que hizo al morir por mí y lo confieso como mi Señor y Salvador. Gracias por darme la vida eterna. Amén.