Padre, perdónanos como nosotros perdonamos
Uno de los temas más
difíciles de tratar en una familia es el perdón, tal vez porque el orgullo es
mayor que la humildad, tal vez porque es más fácil provocar una herida que
sanarla.
Lo cierto del caso es que
cuesta perdonar. Por eso Jesús dijo esa oración cuando
los discípulos le dijeron que los enseñara a orar. Padre nuestro
perdónanos así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y
escogió lo más difícil, perdonar al ofensor, aunque también es importante
perdonar si hemos ofendido.
Jesús nos enseñó a dar el
primer paso cuando la comunicación estaba rota y el camino cerrado aunque yo no
haya sido el culpable. En el caso de la cruz, Jesús también fue el ofendido y
Él pidió que se perdonara a los ofensores. Su sangre selló el pacto de
reconciliación y nos dio un gran ejemplo.
Si esperas sentir perdonar
tal vez no lo harás porque es una lucha entre tu espíritu y tu carne. Por eso
perdonar es una decisión que se toma unilateralmente, solo de tu parte, la
acepte el otro o no la acepte.
Perdonamos y nos
reconciliamos con la familia para decirle al mundo que tenemos el verdadero
amor, el que cubre multitud de faltas. Por Mery Bracho
Hay una balanza que
nunca encontrará su equilibrio,
es entre el orgullo y la
humildad, porque o se inclina
por el orgullo o por la
humildad.
Sin humildad, no hay perdón
posible. Mery Bracho
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