Tener
Talento no es suficiente.
Puedes
ser muy talentoso, hacer las cosas con facilidad pero si nunca lo haces, de
nada sirve que seas un genio en algo.
Puedo
hablarte con propiedad de esto, porque el hecho que estés leyendo estas
palabras es producto de que puse a trabajar con esfuerzo mi talento de
escribir. Yo sabía que lo tenía, aún
desde niña, pero si nunca nadie hubiese leído nada de lo que escribo, me
hubiese ido de este mundo sin que nadie lo notara.
Y me siento tan comprometida con Dios por todo lo que me ha dado que no puedo seguir escondiéndolo. Aún tengo otros talentos que están en espera de que los ponga en práctica, esperando un tiempito o tal vez un esfuerzo extra para disciplinadamente desarrollarlos.
Y me siento tan comprometida con Dios por todo lo que me ha dado que no puedo seguir escondiéndolo. Aún tengo otros talentos que están en espera de que los ponga en práctica, esperando un tiempito o tal vez un esfuerzo extra para disciplinadamente desarrollarlos.
No
te digo estas cosas para alardear de si sé o no sé, lo digo para motivarte a no
esconder el talento que tengas, si dibujas, hazlo, aunque sea que comiences por
hacer un cuadro de regalo para una amiga, si cantas, hazlo, comienza en
reuniones familiares; si eres bueno en hablar en público, comienza con tu grupo
de escuela, en tu comunidad, en tu clase, en la iglesia; si eres bueno tocando
un instrumento, no te quedes con lo que sabes por oído, ve y anótate en un
curso para aprender mejor.
“El
trabajo duro derrota al Talento cuando el talento se rehúsa a trabajar duro”. Kevin
Duran. Muchas veces vemos personas que
no tienen mucho talento en algo pero se esfuerzan mucho y lo logran. A ti, si tienes la habilidad, te costará
menos, pero ciertamente te costará. Necesitas
disciplina, disposición, orden, dominio propio para lograr hacer de ese talento
algo que te dé satisfacción y traiga bendición a los demás. Ya yo empecé con
uno de mis talentos, ¿Te unes tú también a ser un desarrollador de tu
talento? Mery Bracho
“Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio”.
2 Timoteo 1:7
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