Amar al prójimo
como me amo a mí mismo comienza precisamente con amarme, dejando que dentro de mí
se alberguen buenos pensamientos y sentimientos, de allí saldrá lo que daré.
También cuidando el cuerpo, lo que comemos, lo que hacemos con él o lo que dejamos de hacer. Si ayudáramos a un enfermo necesitaríamos la energía suficiente para ser útil. Si una madre quiere amamantar bien a su bebé, cuidará comer solo lo que nutra y le haga bien a su hijo.
Si quiero amar a mis hermanos, a mis padres, a mis hijos, a mi pareja, me
cuidaré integralmente para poder amarlos aún sin palabras. Cuidate!!
Después de todo solo existe un sólo o una sola "Tú".
Puedo amar mejor a mi prójimo primeramente, amándome mejor a mi mismo.
Por Mery
Bracho.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Lucas 10:27
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