Desechemos lo malo, demos lugar a lo bueno.
Hay una
temporada para todo un tiempo para cada actividad bajo el cielo…
Un tiempo para guardar y un tiempo para botar.
Eclesiastés 3.
Me
gusta hacer de todo un poco, y arreglos en casa que muchas mujeres considerarían
como para que los haga un hombre, pero eso no me detiene, me animo a hacerlos también. Hoy quise cambiarle el aspa a un
ventilador de mi hija.
El ventilador se
cayó hace unos días, una de las alas se partió un poquito, así que me las
arreglé y limé las otras dos alas para que quedaran iguales y sirviera. Lo
logré pero quedó con un ruido fuerte y fastidioso. Hoy compré una nueva aspa, tenía que quitar
la que yo había arreglado, pero estaba atascada, hice todo lo posible para
sacarla sin dañarla pero no pude, tuve que ponerle calor y dañar el aspa
vieja. Luego fácilmente salió y puse la
nueva. Qué bien sonaba.
Y
qué importa si se dañó la vieja, sería que en el fondo de mí quería tenerla de
reserva. A veces en la vida somos así,
Dios nos provee cosas buenas, mejores que las que teníamos pero nos
aferramos a las viejas. No queremos salir de ellas aunque medio sirven, las
dejamos por allí dando vueltas por la casa cuando llegan las nuevas. ¿Para qué? Decimos: - por si algún día las
necesitamos -. Tal vez luego de años, o tal vez nunca las necesitaremos, solo
las ne.cesita nuestra mente.
¿Qué
me dices de esos hábitos que no son buenos pero que no queremos dejar? Si solo
están allí llenando un tiempo, ¿para qué los tenemos? Dejemos que los buenos
hábitos productivos tomen lugar pero necesitan el espacio de los viejos, hasta
que no los dejemos no vendrán los nuevos a ser parte de nosotros.
Desechemos lo malo, demos lugar a lo bueno. Reflexiones cortas de la vida, botar lo que no sirve.