Desde
antes de nacer Jesús comenzaron sus problemas. Primero, su madre sale
embarazada del Espíritu Santo antes de consumarse la boda .
Luego,
estando en el vientre de su madre, tienen que viajar a pie o en burro a otra
ciudad para empadronarse en el censo. Luego llegan a Belén, sus padres buscan
hospedaje y no encuentran. Solo les ofrecieron el pesebre de la parte de atrás
de una posada.
Luego,
está el problema de los animales y los malos olores, la incomodidad del lugar,
y el cansancio. Después llega el momento
del nacimiento de Jesús en un lugar extraño e inhóspito. Viene la alegría del coro de ángeles cantando
para él, el rostro iluminado de gozo de su madre y de José, el gozo de los
pastores adorándole, el ruido de las ovejas cercanas, los ángeles
contemplándolo, y la exclusividad de una estrella que resplandecía sobre el
pesebre.
Más
tarde, ya estando en una casa y con la estrella sobre ella, llegan los sabios
del Oriente. Es maravilloso que le traen oro, incienso, mirra y le adoran. Ellos se van.
El rey manda a matar los niños hasta 2 años de Belén, allí donde había
estado Jesús porque ya tuvo que huir con sus padres a Egipto para que no lo
mataran.
Jesús,
crece en sabiduría y estatura en el hogar de sus padres. Cuando
comienza su ministerio tuvo muchos problemas, el mismo diablo se le presenta
con 3 tentaciones luego de 40 días de ayuno, es asediado por religiosos, por
políticos y otras personas. Finalmente,
llega el problema del sufrimiento, latigazos sobre su espalda sin merecerlo, la
injuria de la gente, el desprecio y la crucifixión.
Hoy,
Jesús vive para decirte que entiende tu problema porque él también vivió muchos
problemas, pero superó lo peor porque te ama y quiere que seas feliz con él.
Dile: Jesús, creo en ti, perdona mis faltas y ayúdame en mis problemas. Dame la
salida y dame la vida eterna.
Por
Mery Bracho