En Dios he puesto mi esperanza;
con toda el alma confío en Él, pues confío en sus promesas.
Cuando estamos al final del camino, cuando hemos hecho todo lo posible, y hemos buscado las soluciones sin éxito alguno entonces decimos: ¡Dios, ayúdame!.
Hay una parte de la Biblia que dice que son muy felices los pobres de espíritu, aquellos que son sensibles porque están en necesidad pero no se trata de necesidad física sino principalmente, de necesidad espiritual. Esto significa que nos entregarnos totalmente en las maravillosas manos de Dios. Él es nuestra esperanza.
Hay circunstancias que tal vez no puedes controlar en este momento, una persona que amas está haciendo algo incorrecto, o está enfermo o en peligro, o tú mismo estás afligido, ya deja de buscar caminos, Dios quiere abrir camino para ti si le cuentas a Él y le pides que te ayude. Confía en sus promesas, pero hay una condición, hazlo a Él tu esperanza, no pongas tu esperanza en nadie más, habla con Él en oración.
Repite esta linda promesa de la imagen cuando sientas que ya no puedes, cuando la situación se torne oscura, Dios es tu esperanza, decláralo con tu boca, dí que confías en sus promesas. El temor se va cuando llega la Palabra de Dios en tus labios, cuando no miras a las circunstancias sino al Dios que cambia las circunstancias. Por Mery Bracho.
Salmo 130: 5