Nunca es tarde para aprender
¿Has tenido un pensamiento de mejorar académicamente rondando en tu cabeza pero no has tomado la decisión de dar el paso para inscribirte en un curso o en la universidad?
Hoy quiero que conozcas a la Abuelita Lucinda, cariñosamente la llamamos Chinda. Cuando tenía 76 años le enseñé a leer y a escribir, aunque ella había tenido un ACV hacía un tiempo atrás tenía todas sus facultades mentales bien, solo le costaba caminar y lo hacía lentamente.
Era un placer para ella recibir cada clase, y aunque veía poco, yo buscaba la manera de hacerle los letreros grandes para poderle enseñar a leer. Sus manos temblorosas escribían su nombre y las letras en los cuadernos y le encantaban las actividades para aprender.
Esta anciana pudo aprender, tal vez tú solo tienes unos cuantos años, eres un joven o un adulto. Nunca es tarde para aprender, para empezar de nuevo, para cumplir el deseo de nuestro corazón. Recuerdo que cuando me gradué de Licenciada también se graduó conmigo una señora de 60 años.
Todos la aplaudieron, en realidad, ella con su edad era mayor que nuestros propios padres, pero lo logró. También se graduó un joven que había sufrido un accidente cerebral y estaba ahora recuperado. No hay barreras cuando se quieren hacer las cosas.
No siempre tenemos el apoyo de la familia para estudiar, pero nosotros mismos podemos recibir la motivación interna de querer alcanzar metas, para optar por un mejor empleo y un mejor salario, para trabajar menos y ganar más o como esta anciana, para sentir satisfacción de haberlo logrado. No pienses que es imposible. Empieza por dar los primeros pasos, a medida que vayas superando unos añades un nuevo reto hasta llegar a la meta. Tú puedes, todo lo puedes en Cristo que te da las fuerzas. Por Mery Bracho
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